Una Mentira, Grande y Libre

"La infamia ha tomado las calles. Cautiva y desarmada la democracia y la razón, el nacionalcatolicismo ha alcanzado sus últimos objetivos militares”. Quizá con una frase similar a esa sueñen quienes hoy sacan a la calle a sus hordas de odio, sinrazón y estupidez, quienes intentan despertar fantasmas y pesadillas del pasado. El espíritu del 18 de julio y del 23 de febrero intenta hacerse fuerte. El espíritu de 40 años de oscuridad, de banderas estridentes, de águilas de San Juan, de Falanges y patriotas. El espíritu de “Una, Grande y Libre”… de Una Mentira, Grande y Libre.

“España es una”, dicen algunos con orgullo y disciplina castrense. Pero al menos hay dos.

Una, la de los caciques, la retrógrada del patriotismo casposo. La de los Reyes Católicos y la Inquisición. La de la corrupción y el pelo engominado. La de los golpes militares y el caciquismo. La que bosteza y hace temblar de miedo. La del rencor y el odio. La de las mentiras y la guerra. La que fusiló y exilió a la democracia. La de Pio Moa y Jiménez Losantos. La que llena autobuses de odio. La del “¡Vivan las cadenas!” y el “¡Muera la inteligencia!”.

Pero hay otra, la de los hombres y mujeres que trabajan, luchan, sueñan y se estremecen. La de la memoria y la dignidad. La asesinada y enterrada en las cunetas, y que como una semilla empieza a florecer de nuevo. La que no es una, sino miles. La que piensa, y no nació para ordenar ni obedecer. La que llena las calles de paz.

Mientras esta se alimenta de sueños, aquella vive de mentiras. Mentiras que se abrazan a los símbolos, se apropian de ellos, los rescata, los convierte en armas arrojadizas. Banderas rojigualdas, escudos franquistas, lazos azules – vergonzosa infamia -, y odiosos rugidos de “¡Viva España!.”

Ni Dios, ni Patria ni Reyes, sino "asturianos de braveza,vascos de piedra blindada, valencianos de alegría y castellanos de alma, labrados como la tierra y airosos como las alas; andaluces de relámpagos, nacidos entre guitarras y forjados en los yunques torrenciales de las lágrimas; extremeños de centeno, gallegos de lluvia y calma, catalanes de firmeza, aragoneses de casta, murcianos de dinamita frutalmente propagada, leoneses, navarros, dueños del hambre, el sudor y el hacha, reyes de la minería. señores de la labranza, hombres que entre las raíces, como raíces gallardas, vais de la vida a la muerte, vais de la nada a la nada: yugos os quieren poner gentes de hierba mala, yugos que habréis de dejar rotos sobre sus espaldas"*.

Que distintos aquellos versos a estos rebuznos. Pero la mentira se desmonta, esa España casposa se desmorona. Lo saben, tienen miedo, sacan los dientes. Unos dientes que desgarraron un país en 1936, y que sin duda volverían a hacerlo si dispusiese - como entonces - de los tanques italianos y los aviones alemanes.

Esa Mentira Grande y Libre habrá de ser encadenada y arrojada a las cloacas de la historia por quienes creen en la libertad, la paz y la democracia por encima de símbolos, trapos y patrias inventadas. Quizá entre todos, los que nacimos aquí, los que vienen de lejos, podamos juntos construir el futuro en la tierra que soñaron, sufrieron y murieron Lorca, Machado o Alberti…los que amaron una España que nada tenía que ver con patriotismos de cuartel. Viva la inteligencia. Muera la mentira. Mueran las cadenas.

* Del poema "Vientos del Pueblo me llevan" de Miguel Hernández.