Europa, paraíso neoliberal

EUROPA SE CONSTRUYE UNA VEZ MAS, DE ESPALDAS A L@S TRABAJADORES/AS

Xabier Jimenez -  Militante de GK

 65 horas ¡ni de coña! 

El Consejo de Ministros de Trabajo, Asuntos Sociales, Sanidad de la UE celebrado en Luxemburgo los días 9 y 10 de Junio ha dejado una vez mas una de las peores noticias para l@s asalariad@s puesto que el citado Consejo a aprobado la modificación, en aras de una supuesta “mejora” mediante la flexibilización del mercado de trabajo de la UE de la Directiva 2003/88/CE, con la que desde su aprobación en el Parlamento Europeo, se pasará de un máximo de 48 horas laborables por semana en cualquier estado miembro de la Unión salvo Reino Unido hasta un máximo de 65 horas laborables por semana, creando inmediatamente situaciones de dumping social, desbaratando las conquistas sociales del movimiento obrero a lo largo de los últimos 100 años y eliminando de manera legal la negociación colectiva.

 

Mediante la directiva en vías de aprobación, se impone el opting out, que ha ejercitado el Reino Unido desde el año 1993 (La directiva original data de esa fecha, su modificación de 2003) y permite que cada trabajador pueda pactar con su empresario "libremente" el tiempo de trabajo hasta el nuevo máximo de 65 horas semanales (13 horas por día por 5 días laborables semanales)

 

Con la nueva directiva de tiempo de trabajo se consagra el “free Choice”, la libertad de elección del trabajador en materia de jornada. Los Estados miembros podrán modificar su legislación y permitir que los trabajadores alcancen acuerdos individuales con sus empresarios sobre la duración de la jornada, hasta un máximo de 60 horas semanales en los casos generales y de 65 en los casos especiales como los médicos. Este tiempo se computa como promedio durante tres meses, lo cual significa que las jornadas podrán alcanzar hasta las 78 horas.

 

La medida, ahora en el tejado del Parlamento Europeo ha de ser aprobado por este para entrar en vigor, mientras que el PSOE ha manifestado su desacuerdo con el proyecto por calificarlo, según el Ministro de Trabajo Celestino Corbacho de “regresión social".

 

Una regresión social que con su abstención, junto con Bélgica, Hungria, Grecia y Chipre entre otros, ha ayudado a aprobar y legitimar para la penuria de mas de 400 millones de trabajadores en la Unión Europea que verán como sus condiciones laborales empeoran con jornadas laborales mas largas, mientras que la adopción de una postura critica y contraria, con un rotundo NO a la precarización del mercado laboral habría servido para cuanto menos, oponer posturas al proyecto y demostrar que, efectivamente, el Gobierno de España y el PSOE se muestra abiertamente en contra de la propuesta, y por lo tanto, por unos derechos laborales mínimos dignos.

 

Desde Gazte Komunistak, por nuestra parte, denunciamos a nivel global las claves mercantilistas en las que se está construyendo, con la probada complicidad de los gobiernos de los estados miembro, esta Unión Europea que, cada día que pasa, atenta de manera mas grave contra los derechos sociales de los ciudadanos y ciudadanas de la Unión, desde el Proceso de Bolonia o la LOU de privatización de la educación publica, pasando por la Directiva “Bolkestein” o la Directiva de Liberalización de los Puertos de la UE, hasta la Directiva de la Vergüenza referente a los centros de retencion de inmigrantes sin papeles o  esta modificación de la Directiva 2003/88/CE que atenta directamente contra las conquistas laborales de mas de siglo y medio de movimiento obrero y apostamos por otra Europa no regida por el neoliberalismo y la defensa de los intereses de las grandes multinacionales, donde los derechos laborales no sean moneda de cambio sino derecho indiscutible, junto con una democracia radical que no puentee a la ciudadanía como se está haciendo en la actualidad.

 

En definitiva, una Unión Europea de los ciudadanos y ciudadanas y de los pueblos donde los principios de la democracia radical, la paz, la  solidaridad y los derechos sociales sean la base de su construcción aritméticamente opuesto al modelo de la fortaleza, el no reconocimiento identitario, el desbaratamiento de los derechos sociales y los déficits democráticos de la actualidad.