Gazteria eta iraultza Venezuelan
«Los ataques no van a cesar porque la Revolución trastoca muchos intereses»
Daniel A. Gómez
Responsable de relaciones internacionales de las juventudes del PSUV
Miembro de las Juventudes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Daniel A. Gómez (Puerto Ordaz, 1990) ha visitado Euskal Herria, de la mano de Iratzarri y Gazte Komunistak, con el fin de romper el cerco mediático formado en torno a la Revolución bolivariana para evitar que se conozca un proceso «transparente, democrático, popular y participativo» y crear vínculos políticos y organizativos reales para cambiar el mundo.
Mirari ISASI | GARA
Daniel A. Gómez forma parte de la Comisión de Relaciones Internacionales de la rama juvenil del partido de Hugo Chávez y encara las elecciones del 26 de setiembre con el optimismo propio del que, según estadísticas y encuestas, parte como ganador. Denuncia, eso sí, el «terrorismo mediático» que ahora recurre a la inseguridad para tratar de desestabilizar el país, algo habitual en Venezuela en campaña electoral.
Venezuela ha sido protagonista de las noticias por la crisis con Colombia y su resolución. ¿Qué perspectivas se abren para la región y para la integración latinoamericana?
El mapa de la región en 1999 y ahora es totalmente distinto por razones políticas, económicas y sociales. Estamos haciendo esfuerzos por encontrarnos donde antes nos habíamos desencontrado, y el ALBA, que es una propuesta bolivariana, es uno de los instrumentos para hacerlo. La política de la Revolución bolivariana es integradora, porque es necesario para el desarrollo de la región. El problema con Colombia nace de nuestro planteamiento de que la autodeterminación de los pueblos y el respeto a la soberanía de los demás es política interna de cada estado. Colombia tiene un conflicto interno que es suyo pero que ha tenido un coste para los países de alrededor como Venezuela y Ecuador. Lo único que exigimos para tener las mejores relaciones es respeto a nuestra autodeterminación y a nuestra soberanía.
El nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ha sido la mano derecha de Álvaro Uribe. ¿Van a cambiar las cosas?
Ellos son los representantes del Estado y queremos creer que la llegada de un nuevo Gobierno trae esperanza para ese alba (en su doble sentido) que proponemos. No es un capricho sino una necesidad la de crear una integración latinoamericana en el marco de la solidaridad y el respeto. La elección de un nuevo presidente nos da la posibilidad de iniciar un nuevo proceso. Pero si Santos sigue la política de Uribe y no logramos mantener esos vínculos de respeto habrá una respuesta contundente.
¿Qué perspectivas tiene el bolivariano PSUV de cara a las elecciones del 26 de setiembre?
En los últimos diez años hemos ganado trece de las catorce citas electorales, y bajo una transparencia inmensa, porque el proceso revolucionario en Venezuela es la democracia verdadera. El PSUV propone unos representantes a la Asamblea Nacional elegidos por la base, frente a la opositora Mesa de la Unidad, en la que cada partido tuvo que pagar dinero por participar. Nuestra campaña, que no es la tradicional sino mucho más pedagó- gica, que no promueve a una persona sino un proceso, un proyecto de país. No proponemos candidatos tradicionales, general- mente corruptos, sino voceros que tengan más permanencia en la base, la comunidad y el partido y no en una oficina donde se pervierten los principios reales del socialismo del siglo XXI.
¿Pueden repercutir los continuos ataques a la Revolución o persiste esa conexión Hugo Chávez-pueblo venezolano?
El ataque mediático contra la Revolución bolivariana no ha cesado ni creo que cese, porque con su planteamiento del socialismo del siglo XXI, ha trastocado muchos intereses económicos. Somos la primera reserva mundial de petróleo y de gas, tenemos turismo y toda la bonanza económica que se pueda imaginar, pero los gobiernos han sido histó- ricamente corruptos y regalaban nuestro petróleo a EEUU. Chávez ha recuperado nuestra empresa petrolera, Pdvsa, y eso permite que económicamente podamos mantener un sistema en el que la seguridad social, la salud y la educación están garantizadas para todos. Es más un capricho de la burguesía y del Imperio el querer malponer a la Revolución bolivariana ante el mundo, pero en estos diez años el pueblo ha demostrado que es sabio y ha encontrado en Chávez y en el proceso bolivariano una esperanza de mejora. Los ataques han sido continuos, pero el apoyo también. Chávez ya no representa un hombre sino la voluntad del pueblo de ser soberano y encontrarse a sí mismo en base a políticas que respondan a los más oprimidos sin golpear a otros sectores.
Hay quien augura que Chávez podría perder las elecciones y sería el fin de la Revolución.
Deberían estudiar más las estadísticas de los últimos resultados y también los sondeos, que auguran una victoria del sector de la Revolución. Además, la Revolución no depende sólo de los poderes establecidos en el Gobierno. Hemos iniciado un proceso en el que el poder popular es uno de los bastiones indispensables de la revolución. Ahora las comunidades están organizadas y no hay manera de frenar la Revolución bolivariana desde el pueblo. Si se llegara a perder la Asamblea Nacional habría un freno a nivel institucional, pero no a nivel popular, porque su aceptación y progreso entre los sectores históricamente más excluidos es definitivo. Estamos en revolución, seguimos en revolución y trabaja- remos siempre por ella.
¿Con unas perspectivas tan favorables no existe riesgo de desmovilización?
Hay una estructura dentro del partido que son los patrulle- ros. En nuestra militancia tenemos un motor que mueve las elecciones y la política que estamos implantando en el partido es la del 1%: cada patrullero se encarga de movilizar, de ir a buscar a diez personas que atendió en la campaña, y eso garantiza que nadie se quede en casa.
¿Es cierto el avance opositor?
Uno de los puntos débiles de la oposición, por más bulla que haga, es que a la hora del debate político sobre qué vamos a hacer con el país su única propuesta es «fuera Chávez», sin proponer un proyecto que promueva la patria, la integración, la economía. La oposición tendrá avances cuando adopte un proyecto político, pero por el momento no lo tiene.
El golpe de Estado en Honduras se interpretó como un ataque contra Chávez, la integración latinoamericana y el ALBA, y como un intento de aislarle en su liderazgo regional. ¿Lo logró?
El golpe de Estado de Honduras es una gran grosería del mundo. No es posible que en el siglo XXI la comunidad internacional siga aceptando la existencia de golpes contra estados legítimamente elegidos en democracia. El que se haya demostrado la implicación de EEUU da una imagen real de la situación. En América hay una confrontación con el proyecto de la integración, porque responde al avance del pueblo latinoamericano y no a los intereses de EEUU y de las grandes economías. Neruda dijo que Bolívar despertará cada cien años cuando despierten los pueblos, y eso está pasando hoy, que Bolívar ha despertado y ha comenzado a cabalgar con su espada por toda América. Se ha asumido ese sentimiento de que estamos sumergidos en la miseria debido a cierta política y que saldremos de ella con una política correcta. Latinoamérica tiene una deuda social inmensa después de tantas dictaduras, golpes de Estado, corrupción y entrega de todos los recursos a EEUU que le han dejado en la miseria. Y quienes están en el ALBA apuestan por ese socialismo ciudadano del siglo XXI que garantiza el bienestar a la mayoría.
¿El miedo puede influir en las urnas?
Chávez siempre ha dicho que la Revolución bolivariana es democrática y pacífica, pero es una Revolución que está armada para la defensa de su soberanía. En ese proceso, hemos transformado la filosofía del Ejército, con una nueva concepción humana, libertadora, independentista y armada de conciencia, y en el pueblo hemos aprendido a defender el derecho a participar, a estar vivo, a comer, a tener educación y salud... porque tenemos los recursos para hacerlo. Por eso no hay miedo a votar. Ese miedo se superó el 11 de abril de 2002 cuando el pueblo salió a la calle a defender la democracia, a su presi- dente y la Constitución, y el Imperio y la burguesía nacional no tuvieron otro remedio que salir del país y restituir al presidente.
Se habla de un incremento de la inseguridad. Chávez ha reconocido su responsabilidad y pide a la oposición que asuma la suya. ¿Cuál es la situación? ¿Qué plantean el PSUV y el Gobierno?
Existen unos niveles de inseguridad que se podrían analizar desde el punto de vista de que es la miseria la que ha llevado a razones de inseguridad, a comportamientos de violencia. No es ahora que nacen la inseguridad y las chabolas en Venezuela, son consecuencia de una política que empobreció al pueblo y de allí nació una subcultura, un submundo que estamos tratando de transformar con amor, solidaridad y unas políticas sociales que salden esa deuda social. Chávez ha asumir la responsabilidad del Estado, lo que nos lleva a una disyuntiva de qué hacer. ¿Sacar al Ejército a las calles y matar a todos los malandros o hacer una política que garantice que todas esas personas recuperen un comportamiento cívico? Eso ha venido haciendo la Revolución: misiones educativas, deportivas, culturales... Realmente hay cierto nivel de inseguridad pero la desestabilización también se da por medio de ello, hay un terrorismo mediático que dice: no puedes salir a la calle porque te pueden matar. No es casualidad que cada vez que hay un proceso electoral desaparezca el azúcar y el café, porque las grandes empresas privadas lo acaparan todo para echarle la culpa a Chávez. La inseguridad estamos tratándola de atajar desde un punto de vista social. No vamos a mandar, como en el pasado, a masacrar al pueblo, a castigarlo por el castigo que el Estado anterior les dio, que fue sumirlos en la miseria. La política correcta es garantizar a todas esas personas su derecho a ir progresivamente avanzando.
¿Cómo se puede contrarrestar la campaña contra la Revolución bolivariana y su líder?
Con turismo social. Invito a que se conozca el proceso bolivariano, que es turísticamente muy atractivo, y a abrir el abanico de la información. No podemos pensar, y allí lo hemos aprendido, que un medio tiene la verdad definitiva. Lo que molesta en el exterior es ese proceso económico más que la imagen de Chávez.