35 Sábados Santos Rojos y un mismo objetivo: Democracia y socialismo
El PCE continúa, 35 años después, luchando por que la democracia se realice socialmente, se formalice institucionalmente y se materialice económicamente
El 9 de abril de 1977 los y las comunistas salimos de la clandestinidad impuesta por la victoria del fascismo en 1939. Tras casi cuarenta años de resistencia antifascista el PCE volvía a la vida política pública con el mismo objetivo que en su fundación: Democracia y socialismo.
Es importante recordar, más ahora que la memoria histórica, la memoria de todos y todas está en peligro, que el Partido siempre fue un firme defensor de las libertades democráticas. Incluso en los momentos de incertidumbre, en los que la barbarie fascista golpeó de nuevo, más cruel y sanguinariamente a nuestros/as camaradas, como en la Matanza de Atocha de enero de 1977, el PCE, en un inmenso acto de responsabilidad democrática, contuvo a los cientos de miles de camaradas que reclamaban justicia, dentro de la legalidad y en defensa de una transición pacífica a la democracia. Una Transición que, como el tiempo ha demostrado, no fue tan “modélica” como se presentó ni tan radical como se necesitaba. Pero que, al menos formalmente, supuso que el país abandonara el prolongado período de oscurantismo fascista y entrará en la senda constitucional de las democracias occidentales.
La Constitución de 1978 supuso para el PCE una apuesta estratégica por las libertades. El apoyo, con la petición del “SÍ” a la Constitución, fue el resultado de un análisis objetivo de la correlación de fuerzas existente entre “demócratas” y “franquistas”. El PCE sigue, hoy, estando del lado de los y las demócratas, del lado de la libertad, la justicia y la igualdad. Los y las comunistas seguimos reivindicando una democracia real ya, una democracia social y participativa, una democracia efectiva que garantice el pleno desarrollo de los derechos sociales, políticos y económicos de la ciudadanía. El PCE continúa, 35 años después, luchando por que la democracia se realice socialmente, se formalice institucionalmente y se materialice económicamente.
El PCE ha contribuido a construir la democracia en nuestro país más decididamente que cualquier otra fuerza política. Una democracia insuficiente pero imprescindible. Por eso, estamos plenamente legitimados para afirmar que hoy, el pacto social del que surgió la Constitución de 1978 ha quedado inevitablemente roto con la reforma constitucional exprés realizada por un oscuro acuerdo entre PSOE y PP. Esta reforma dictada por los “Mercados”, sin consulta previa a la ciudadanía, sin referéndum, del marco legislativo superior de las relaciones sociales, agota el futuro de la propia Constitución de 1978. PSOE y PP han dictado la sentencia de muerte de la Constitución. Además, la crisis económica por la que atravesamos ha puesto de manifiesto la insuficiencia de la propia Constitución (y de los partidos hegemónicos que la “gestionan” políticamente) para dar respuestas políticas a la mayoría social, para proteger a la ciudadanía ante la ofensiva del Capital. La Constitución de 1978, que nunca ha terminado de ver plenamente realizados los derechos sociales que proclama, ha sido una herramienta inútil en la lucha contra el sometimiento de la soberanía nacional, de la voluntad popular, frente al Capital transnacional y sus expectativas.
Necesitamos, pues, caminar hacia un nuevo proceso constituyente. El capitalismo es un decidido enemigo de la democracia, y así se ha puesto de manifiesto en esta “crisis financiera”. Beneficiándose de la coyuntura favorable provocada por el miedo y la incertidumbre social, los partidos sistémicos, PP y PSOE fundamentalmente, presentan como única salida posible de la crisis la reducción del Estado a un aparato jurídico-administrativo de control social. Un Estado de mínimos útil a los intereses del Capital en su incesante búsqueda del incremento de las plusvalías y beneficios crecientes. Contra esa falsa salida de la crisis, el PCE apuesta por una “Alternativa social, democrática y anticapitalista” que sirva como eje de ese nuevo proceso constituyente. Un nuevo republicanismo democrático que camine hacia una democracia plena, hacia un Estado fuerte que garantice la plena protección social de sus ciudadanos y ciudadanas poniendo la política y la economía al servicio de las personas.
El Capital contra el trabajo y el capitalismo contra el Estado, esa es la situación que determina esta crisis. En consecuencia, nos enfrentamos a lo que las organizaciones sindicales han sintetizado brillantemente con el lema de la última convocatoria de Huelga General: “Quieren acabar con todo”. Cierto, y en esta batalla, como en tantas antes, el PCE, los hombres y mujeres del Partido, estaremos del lado de la mayoría social, de la clase obrera. Para el PCE lo primero son las personas. Y en ese sentido, sólo podemos estar con “los nuestros”: Con las fuerzas del trabajo y la cultura frente al Capital, con el Estado frente al capitalismo.
No podemos olvidar que, el Partido es una herramienta para la lucha, una herramienta de transformación social que debe de ser útil y eficaz. Una herramienta en la lucha de clases, de clase contra clase, y que siempre debe de estar al servicio de los y las trabajadoras. El Partido debe continuar impulsando, como lo ha hecho siempre e Izquierda Unida es el mejor ejemplo, la unidad de la izquierda transformadora, radical, plural, abierta y social. Los y las comunistas tenemos que trabajar decididamente en el proceso de convergencia y refundación de la izquierda con el objetivo de construir un frente anticapitalista amplío en el que el bloque histórico de las fuerzas progresistas este ampliamente representado.
El Partido ha sido, en estos 35 años de legalidad jurídica, ejemplo de compromiso con la clase trabajadora. Con la clase obrera de la que surge y para la que existe. Hemos atravesado períodos duros y difíciles, hemos superado todas las dificultades imaginables, reconstruyendo, una y otra vez, el Partido desde la militancia. Levantándonos siempre para pelear por la dignidad de los y las trabajadoras, para pelear por un mismo objetivo: Democracia y socialismo.
Hay quienes han pretendido, en estos 35 años, expulsar al PCE de la vida pública, marginar social y políticamente a los y las comunistas. Hemos respondido, a quienes nos pretendían ignorar o ningunear, con franqueza, humildad y contundencia: ¡ya somos legales!
Como dijo nuestro camarada y amigo Marcelino: «Ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar»